“Los territorios donde se quieren instalar grandes inversiones tales como minería, forestal, acuicultura, energía, entre otros, muchas veces son percibidas como negocios que buscan extraer riqueza de las zonas en que se sitúan y no como proyectos que avanzan a compartir los beneficios con las comunidades en las cuales se insertan” (Danae Mlynarz).

‘Liderazgos’, el microespacio de Grupo Impulso, que se transmite a través de Citoyens 102.5 FM, por Radio UdeChile, conversó con la cientista político, Danae Mlynarz Puig, quien fuera Jefa de la División de Cooperación Público Privada del Ministerio de Desarrollo Social, durante el primer Gobierno de Michelle Bachelet. También ha gestionado proyectos relativos a desarrollo territorial, participación ciudadana, innovación social, sostenibilidad, cooperación público-privada, y diálogos sociales.

El Trabajo de Mlynarz ha estado permanentemente girando alrededor de los procesos de articulación entre estos actores sociales, “que muchas veces no conversan, tienen intereses diversos y tampoco se conocen”. En este contexto, dijo la investigadora, las desigualdades sociales y territoriales son un factor clave en este ‘diálogo de sordos’ entre las partes involucradas, para lo cual hay que “ir nivelando la cancha”.

Frente al mar de desconfianzas que existe entre la sociedad civil frente a las instituciones públicas y empresas, la magíster en Política y Gobierno, cree que “el descrédito en que han caído todas las instituciones”, marcan un hito de debilidad entre la ciudadanía y el macropoder, lo que finalmente va en contra del fortalecimiento de la democracia, sin que haya intención de modificar este escenario social.

Lo anterior, según la cientista político, lamentablemente se replica en los territorios, por lo cual, cuando se instala un proyecto productivo en ciertas zonas, inmediatamente surgen las desconfianzas respecto de los verdaderos propósitos que conllevan estas empresas. “Hoy no basta con no hacer daño, no basta con cumplir la ley, tampoco basta con generar empleos”, a cambio, las comunidades piden saber qué es lo que dejarán como valor social en dichas localidades, relató.

Más allá de la filantropía social, el lavado de imagen corporativa y del sentido ético de las empresas, lo que a Mlynarz le preocupa es no establecer un ‘Desarrollo Sostenible’ cuya dimensión involucra integrar el aspecto económico, ambiental y social, además de “hacerse cargo de los impactos que se generan en toda la cadena de valor (…) donde una parte significativa es la comunidad donde ésta se sitúa”.

El ‘diálogo temprano’ – cree Mlynarz – es una herramienta clave en este proceso de recobrar las confianzas ciudadanas, ya que sin ésta, la gente percibe que se le invita cuando todo ya está decidido. Por ello, la “participación temprana e incidente” permite mejorar el proyecto en su dimensión geográfica y medioambiental, y de este modo, fortalecer la “conversación entre los dos espacios” humanos y territoriales.

Según la experta en cooperación público-privada, algunas empresas – junto con maximizar sus ganancias – dialogan las soluciones sociales como parte de su política empresarial; otros proyectos lo hacen porque conllevan normativas y estándares que así lo obligan, y también, están obligadas por exigencias de desarrollo sostenible que priorizan los fondos internacionales.

Todo lo anterior, se produce en la actualidad sin la mayor inclusión de lineamientos estatales y de políticas públicas. “El Estado debe ser un garante” y la participación ciudadana es muy relevante, tal es así, que ciertos movimientos sociales han modificado proyectos de gran envergadura. Esto requiere “reconocer al otro porque tengo que verlo y hablarlo. Aprender a mirar al otro distinto”, como camino posible al diálogo ciudadano y a las soluciones sociales, acotó Mlynarz.

Volver a escuchar la entrevista: viernes 12 de julio.